lunes, 3 de febrero de 2014

Problemas de Tipo

Todos sabemos muy bien como comportarnos cotidianamente. Todos sabemos como sentarnos en una mesa rodeados de desconocidos y sacar charla de lo primero que se nos ocurra. Sugerencias del chef: "Que linda camisa ..." (complete con el nombre del receptor); "¿Qué calor que esta haciendo, no?" (ya hablamos de la meteorología y las charlas casuales). Sea como sea, casi todos terminamos pasando las 2 o 3 horas que se nos presentan en suerte charlando sobre cualquier cosa y poniendo carita de feliz cumpleaños; todos tenemos esta posibilidad bajo la manga. A casi todos se nos da fácil. Muy bien, al Tipo no le pasaba nada de esto; se le notaba el esfuerzo de aquí hasta Lujan y eso espantaba a los interlocutores. Siempre, por A o por B, terminaba pifiando el comentario. No tenia la cintura maradoniana para no terminar halagando el escote de la novia del interlocutor. No tenia la agilidad mental para sacar temas al azar y salir jugando como un gigoló. El Tipo era ineficaz en el trato con el resto de los humanos. La razón mas cercana y posible: El Tipo no quería perder el tiempo. Prefería detenerse a pensar en la existencia de Dios antes que hablar sobre el dolar blue. Prefería meditar sobre el amor de su vida en vez de discutir sobre las piernas de esta o aquella --al fin y al cabo eran todas lindas--.

Esta aparente misantropía (¿misantropía?) había enorgullecido, hasta hace no mucho, al Tipo. Se sentía glorioso al poder escaparle a lo trivial, a lo absurdo, a lo bizarro del trato cotidiano. Ahora que El Tipo se había llevado la pared por delante --y no tuvo mejor idea que poner la cabeza--, aquel rasgo que había creído grandioso le parecía patético. Le causaba repugnancia, lo hacia sentir un imbécil. Fíjese que efímeros son los orgullos, que pequeñas las convicciones;el Tipo siempre la jugó de dogmático, sin embargo era mas pragmático que un neoliberal. Su incapacidad de comunicarse se convirtió en un problema, para él y para todos. Esa arrogancia imbécil que portaba terminó asqueando a todos los que los querían. Y lo peor de todo, el Tipo lo percibía. Sabía que estaba destruyendo todos los edificios sin edificar. Aun así, seguía, imperturbable, en su papel de rockstar, de intelectual, de académico, de ganador. Que errado que estaba. Tuvieron que ponerle freno a semejante derrotero de palabras bonitas (que son las que menos dicen. No podemos negar la potencialidad de una buena puteada). Así fue que un día lo pararon en seco y le prohibieron seguir chupando de la teta de la soberbia. Lo agarraron entre tres o cuatro y lo sacaron a patadas del bar. Termino solo, bebiendo de un vaso que encontró tirado por ahí.

No piense que ha sido tan triste el desenlace de esta crónica. No, en absoluto. Al Tipo le venia haciendo falta hace rato una buena sacudida (No me malinterprete, por favor, el sexo nunca fue un problema para el tipo; las reacciones a tiempo, sí). Lo habían dejado en pelotas y parado en medio de la vía (esquina Serú Girán). Él sabia muy bien que así no iba a durar mucho. Se puso lo primero que encontró (una camisa de seda tipo italiana y un jean Levi's) y salió a probar su nuevo Yo. Muy a su pesar, nadie se había dado cuenta del cambio aún. El Tipo sonreía, asentía, halagaba y condescendía; aún así, nadie le daba pelota. Todos lo seguían mirando con la misma expresión de incredulidad y desentendimiento. No hay vuelta señores, los cambios de ropa no se notan de un día para otro. El Tipo iba a tener que desempolvar mucha seda italiana y jean Levi's (por cierto, la combinación es precisamente espantosa) antes de percibir como las miradas cambiaban. Sobre todo, lo que mas le importaba al tipo era clavarse en medio de un par de ojos bien abiertos, un par de ojos celestes y bien abiertos, un par de ojos que solo se encuentran después de poner a dormir la siesta tanta palabra bonita y simplemente dejar caer una buena puteada --de esas que erizan la piel de las viejas chusmas de barrio--. Punto para El Tipo: le quedaba bien la puteada, solo que nunca supo usarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario