jueves, 28 de agosto de 2014

Mas de un cura se quiere matar

Lo miraba ajustarse los anteojos y recordaba esos primer planos tan sitcom norteamericana. Penso en el momento en el cual ella (Rubia, alta de nombre Susan) le dice una vez mas a el (Rubio, Alto, de nombre Brandon) que estaba embarazada de 3 meses y no sabia de quien era el bebe. Él ensayara una respuesta eficiente pero no tan desesperante y ella, obviamente, se desesperara. La realidad se resume en 4 palabras, que nunca sabremos, pero siempre sospechamos cuales son (Elija su propia aventura. Elija su propio Cliché. Cambios con la bolsita, de 10 a 16).

Diez de la mañana y no podia hacer mas frio. Era entretenido observar como la helada va carcomiendo el espesor del Blindex y lo convierte en un papel de calcar. Nuevamente, el se ajustaba los anteojos, tenia esa compulsion, lo hacia sentirse intelectual aunque las inseguridades le nacian desde el talon (De aquiles, siempre de Aquiles) y le llegaba hasta la media americana que lucia en su negruzca cabellera. Ella no terminaba de entender porque le gustaba tanto. Sospechaba que quizas la avaricia de sus palabras, la cintura en su argumento o el vaiven de su dialectica. Todo falso, todo erroneo. Ella, que era de mundo, soñaba con levantarse en una ciudad distinta cada mañana se chocaba con el hecho de que al fin y al cabo, le atraia mas el congreso universitario que el pub irlandes.

Aun asi, ella decia que no. Lo miraba y decia que no. Era mas fuerte su deseo de sentir que dominaba la situacion y que el que tenia todas para perder era el antes que aceptar que las piernas largas se le iban correteando atras de cuanta disertacion de dudosa argumentacion salia de sus labios mal recortados. La negacion se le volvia piel y ahi es cuando el vigilante se distraia y era facil colarse en el boliche. Es que a veces no nos damos cuenta que tan facil es poseer a alguien. No nos percatamos de como, al darle de comer al bulldog que llevamos como ego, el otro automaticamente muestra su lado mas febril, su lado mas cafe de centro de estudiantes.Y en efecto, el seguia chamuyandole de pavadas y ella no paraba de escucharlo y creyendo que habia encontrado algo que no existía ni a la vuelta de todas las esquinas. Quizás el error mas grande que ella cometia no era el negar todo lo que le tiraban por los rulos. Sino mas bien, naturalizar cada segundo de su existencia y pensar que lo tendria para siempre. Suponer que al amar solo hay que tirarle agua y listo, no se muere jamas. Lamento decepcionarla señorita, pero no hay semilla que crezca dos veces; ni tampoco hay labios que se besan por primera vez.

No nos importa si estos dos terminan revolcandose un jueves a la noche mientras se insinua y se excusa alguna cena familiar, alguna reunion de trabajo o algun ''me voy a jugar al futbol con los pibes''. No nos importa si andan acurrucandose por los pasillos blancos y entre los libros tan pero tan amarillos. Creame lector, no nos importa. Al fin y al cabo, todos jugamos al mismo juego. Todos tenemos las mismas reglas, el tema es saber como burlarlas. No hemos nacido para atarnos las rodillas e ir caminando como un muñeco sin articulacion. Seamos sinceros (Aunque sea una vez en la vida) y confesemos lo mucho que nos gusta la mentira. Total despues de un rato nos terminaremos acostumbrando y hasta quizas, terminamos sincerandonos con ella (Con la mentira, con Ella jamás) . Una vez mas, gana el diablo y mas de un cura se quiere matar.

lunes, 11 de agosto de 2014

Verte Bailar

Verla bailar lo idiotizaba. El Tipo se encontraba una vez frente a esas caderas que se movían de un lado para el otro; que dejaban sin perdón al mas santurrón de los hombres (Esos que conocía bien). La pollera negra apretada y la camisa semitransparente dejaban ver un encaje que no le iba a durar mas de 10 minutos puesto. El Tipo miraba, observaba, oía y desnudaba, y sin embargo, ella seguía bailando y el... El la veía bailar.

Paradoja de los hombres, atrae lo que desconocemos o somos incapaces de hacer. Para que ver reflejado en otro lo que podemos hallar mirándonos el ombligo? El Tipo no quería una pendeja sensible a las mañanas frías y a los veranos entre algodones. El quería que lo saquen  pasear entre todo el perrerio de la tarde. Quería que lo pongan entre la espalda y la pared y lo arrinconen con besos de nicotina. Quería una pendeja de bondi trasnoche y corazón de hotel alojamiento.

Obviamente, no hace falta aclarar que el tipo no podía dar dos pasos a tempo. Los dedos se le movían incesantemente como un vibrador en manos primerizas pero los pies estaban duros, duros y ,una vez mas, duros. La silla, fiel amiga en los reductos nocturnos de poca monta y beso fácil depositaba toda su timidez de quinceañero. No se si alguna vez se lo pregunto, pero ¿Cual es la diferencia entre una mirada al pasar y un par de ojos que se fijan en la nuca y lo besan muy suavemente? La respuesta esta en la paciencia, tarde o temprano, esa mirada llega pero es única e irrepetible. No sucederá dos veces (Por mas que haya mas de uno que jura conocerla a diario).

Finalmente paso, el Tipo sintió los labios en el cuello. Se levanto de su silla y paso al lado de ella (Que no dejaba de bailar) y simplemente le rozo la cintura con las manos inquietas. El resto ya estaba dicho, desde el primer compás ambos sabían que iban a terminar desnudándose en el baño de quien invitaba. Todos iban a saber de sus gritos ahogados y de la almohada que se hunde en los rostros orgasmicos. Para que mentirse? El Tipo se conocía bien, no podía resistir una docena de besos y mucho menos si estaban en oferta. Todos iban a saber que El Tipo siempre fue el mismo. Lo único que supo cambiar fueron sus camisas.