viernes, 14 de febrero de 2014

Te amo/Te odio/Dame mas

Ya casi habia pasado una semana. La tinta de la lapicera se le estaba secando contra un escritorio que sus padres (Esperanzados en alguna carrera como la gente - Derecho, medicina, ingenieria-) habian puesto de prepo en su escueta habitacion. El Tipo habia decidido parar la mano un poco y disfrutar del momento. Si bien, la situacion no era como para tirar manteca al techo (La muerte seguia ahi afuera esperando a ver si la dejaban entrar); El Tipo no podia negar que las cosas iban mejor, que el viento habia empezado a soplar desde el sur y el frio presagiaba un invierno con las sabanas hasta la nariz y, por suerte, acompañado de piernas largas sin vestidos negros. El Tipo no tenia mas argumentos para seguir llorisqueando en el hombro de desconocidas que no querian escuchar sobre Ella y (En el mejor de los casos) querian un par de besos antes de dormir.

El Tipo se cebaba un mate tras otro. Tanta yerba y agua caliente verde iban a hacer del higado del tipo un frente de batalla. No importaba demasiado; siempre esta bien mantener las apariencias y si hay que tomar pavas y pavas (o termos y termos) de mate para lograrlo, el estaba dispuesto a hacerlo. Recien ahora a las cinco y media de la tarde de un viernes con probabilidades de lluvia y pocas probabilidades de salida nocturna; El Tipo se habia puesto a escribir una palabra tras otra. No sabia muy bien porque pero sentia que habia asumido una responsabilidad que no estaba en condiciones de asumir. Fantaseaba con un editor que lo llamaba cada 3 horas esperando una cronica que aun no habia ni empezado. Soñaba con un cadete que venia a buscar la columna en una motito destartalada y se sentaba a cebarle mates y escuchar el golpeteo del teclado. El Tipo se imaginaba miles de lectores esperando una nueva entrega, una nueva edicion de las desventuras o no de Un Tipo solo. Todo esto lo hacia sentir bien y cuando pensaba en tantas miradas expectantes sus manos se movian mas rapidamente (Liviandad en las extremidades. Alcohol y vanidad, no tan distintos). El Tipo pensaba en todas esas Minitas que iban a tener que secarse la frente despues de leerlo; en todos esos Tipos que iban a querer ponerse a escribir todos y cada uno de sus momentos de Tipo despues de pasar los ojos por las Cronicas.

Ya es hora de confesar algo sobre El Tipo que seguro, usted lector, ya se ha dado cuenta. El Tipo necesitaba que lo quieran. Pedia a gritos un abrazo, un beso, una palabra de aliento o por lo menos una mano ofreciendo un vino o algo para tomar. El Tipo destinaba cada uno de sus segundos sobre el mundo de los vivos (Que eran muchos dado su insomnio marca siglo XIX) a trazar lineas donde ya no caben mas; a decorar los arboles de la plaza con papel de diario o a melodizar los gritos de las carceles, los llantos de las iglesias. El sabia que su motor solo iba a llenarse de cariño.

Dejeme salvar un poco el cuero de este pobre Tipo. Necesitaba cariño, todo el que le puedan dar. Si, de acuerdo, pero Ella habia logrado (Con su adios repentino y su vuelta aun mas sorprendente) que ese cariño no se confunda con admiracion. El Tipo habia aprendido por las malas (Porque por las buenas nunca aprendio un carajo) que la admiracion es el alimento de los idiotas y el era el mas idiota de todos. Ella le regalo un cariño que hacia que toda la admiracion del mundo se convierta papita pa'l loro. El Tipo creia que solo iba a poder enamorarla si no paraba de darles motivos para hacerlo. Sin embargo Ella no queria un amor de excusas. Cuando él envolvia toda Plaza Serrano y se la llevaba hasta su casa, Ella se conformaba con un colibri que estaba a punto de sobrevolar sus cabezas. Cuando El Tipo juntaba diariamente jazmines, rosas, petunias, tulipanes y lirios, Ella olía un petalo y ya era feliz ¿Como puede uno resistirse al poder de lo simple? Si El Tipo ya lloraba con un gol de afuera del area y con las trompetas desafinadas de la barra; como no iba a entusiasmarse con su sonrisa al despertar y descubrirlo en su cama.

El Tipo ya se bajo un termo de mate y termino de escribir. Se dispuso a corregir los horrores de acentuacion (siempre tuvo quilombo con las tildes ¿Sera que siempre le costo acentuar?). Y ya estaba todo listo para que las palabras bonitas y bellas salgan a dar una vuelta por ahi y vuelvan llenas de besos y abrazos. Para Ella, saco un papelito del bolsillo y escribio una oracion; escueta, chiquita, casi inocente. Ambos sabian muy bien que eso iba a bastar para que la sonrisa mas imponente de todas se meta en el bolsillo del jean Levi's. El resto de las palabras El Tipo se las deja a ustedes. Por favor, si mandan besos y abrazos, coloquen su direccion. El Tipo estara mas que dispuesto a devolver cada uno de ellos.

sábado, 8 de febrero de 2014

Fumando espero (El Tipo y su ansiedad)

El Tipo nunca fue bueno para las esperas. Siempre prefirió que la realidad le de un baldazo de agua helada antes que lo ande salpicando a cuentagotas. No tener el control de la situación lo hacia sentir inseguro, débil. Como un niño cuando recién empieza a caminar, el imaginaba que si se soltaba de la mesita iba a terminar con la cabezota en el piso y llorando bajo la pollera de mama o alguna tía. No podía aceptar que su felicidad dependiera de la buena o mala voluntad, del talento, de la pericia, de la bondad o certeza de un malo conocido o bueno por conocer. Aún así, la vida le había enseñado a esperar. No creo que la vida tenga grandes aptitudes pedagógicas pero sin duda (a base de pico y pala, o de golpe y palo) lograba hacer entender las cosas; la vida es de esos tipos que te realizan ofertas que no podes rechazar y después terminas arrodillado besandole el anillo. Varias veces El Tipo tuvo que sentarse en la parada y esperar que el bondi llegara. Con frio y todo, el se abrazaba un poquito para cuidarse del frio y esperaba fumando, uno tras otro, los Lucky Strike recién comprados. Así fue que de a poquito había aprendido a esperar. Cometiendo errores dignos de un principiante; dignos de un recién nacido (El Tipo siempre se comportaba un idiota cuando se desesperaba; no lograba contener su natural condición de Tipo).

Ahora bien, una cosa es esperar señores. La espera tarde o temprano termina; se resuelve para un lado o para el otro. El Tipo era aprendiz en muchas cosas (Nunca supo cocinar, nunca supo hacer la cama, nunca supo besar por primera vez, nunca supo hablar lo justo y necesario). Pero había una sensación que lo aterraba, que lo ponía en medio del camino esperando que un camión se lo termine llevando puesto. La Muerte nunca le había tocado el culo. Nunca se le acerco en el subte y le dijo unas palabras al oído (Completamente obscenas. La muerte no sabe hablar de otra manera). Ahora, recién ahora, con 23 años la muerte se le estaba metiendo en la cama y ya había empezado a recorrerlo con su boca; con sus besos fríos y tremendos.

Mire que hija de puta sera la muerte que es de esas que te caen en la casa sin avisar. Una tarde (O mañana o noche) te suena el timbre y la tenes ahí, reclamando mates con galletitas y depende de como venga la mano se te instala a cenar. Quizás eso es lo que alteraba al Tipo. Que lo pongan a discutir cara a cara con Dios sin saber si jugaba de local o visitante, a que hora es el partido final, si hay publico visitante o se juega a puertas cerradas. El Tipo no podía con el enorme misterio que conlleva estar de un lado o del otro. De putear durante un superclasico a estar 3 metros bajo tierra con el pecho frió y con los gritos ahogados. Ahora (Repito, recién ahora) El Tipo tenia miedo que la muerte lo visite durante la noche de verano. Comience a desnudarlo y el se deje llevar entre tanto manoseo de prostituta (Sin besos, claro está). Hay que ser sincero al fin y al cabo; aunque no sea la mina mas linda de todas, sabe muy bien como calentar a un Tipo y hacer lo que ella quiera con el.

lunes, 3 de febrero de 2014

Problemas de Tipo

Todos sabemos muy bien como comportarnos cotidianamente. Todos sabemos como sentarnos en una mesa rodeados de desconocidos y sacar charla de lo primero que se nos ocurra. Sugerencias del chef: "Que linda camisa ..." (complete con el nombre del receptor); "¿Qué calor que esta haciendo, no?" (ya hablamos de la meteorología y las charlas casuales). Sea como sea, casi todos terminamos pasando las 2 o 3 horas que se nos presentan en suerte charlando sobre cualquier cosa y poniendo carita de feliz cumpleaños; todos tenemos esta posibilidad bajo la manga. A casi todos se nos da fácil. Muy bien, al Tipo no le pasaba nada de esto; se le notaba el esfuerzo de aquí hasta Lujan y eso espantaba a los interlocutores. Siempre, por A o por B, terminaba pifiando el comentario. No tenia la cintura maradoniana para no terminar halagando el escote de la novia del interlocutor. No tenia la agilidad mental para sacar temas al azar y salir jugando como un gigoló. El Tipo era ineficaz en el trato con el resto de los humanos. La razón mas cercana y posible: El Tipo no quería perder el tiempo. Prefería detenerse a pensar en la existencia de Dios antes que hablar sobre el dolar blue. Prefería meditar sobre el amor de su vida en vez de discutir sobre las piernas de esta o aquella --al fin y al cabo eran todas lindas--.

Esta aparente misantropía (¿misantropía?) había enorgullecido, hasta hace no mucho, al Tipo. Se sentía glorioso al poder escaparle a lo trivial, a lo absurdo, a lo bizarro del trato cotidiano. Ahora que El Tipo se había llevado la pared por delante --y no tuvo mejor idea que poner la cabeza--, aquel rasgo que había creído grandioso le parecía patético. Le causaba repugnancia, lo hacia sentir un imbécil. Fíjese que efímeros son los orgullos, que pequeñas las convicciones;el Tipo siempre la jugó de dogmático, sin embargo era mas pragmático que un neoliberal. Su incapacidad de comunicarse se convirtió en un problema, para él y para todos. Esa arrogancia imbécil que portaba terminó asqueando a todos los que los querían. Y lo peor de todo, el Tipo lo percibía. Sabía que estaba destruyendo todos los edificios sin edificar. Aun así, seguía, imperturbable, en su papel de rockstar, de intelectual, de académico, de ganador. Que errado que estaba. Tuvieron que ponerle freno a semejante derrotero de palabras bonitas (que son las que menos dicen. No podemos negar la potencialidad de una buena puteada). Así fue que un día lo pararon en seco y le prohibieron seguir chupando de la teta de la soberbia. Lo agarraron entre tres o cuatro y lo sacaron a patadas del bar. Termino solo, bebiendo de un vaso que encontró tirado por ahí.

No piense que ha sido tan triste el desenlace de esta crónica. No, en absoluto. Al Tipo le venia haciendo falta hace rato una buena sacudida (No me malinterprete, por favor, el sexo nunca fue un problema para el tipo; las reacciones a tiempo, sí). Lo habían dejado en pelotas y parado en medio de la vía (esquina Serú Girán). Él sabia muy bien que así no iba a durar mucho. Se puso lo primero que encontró (una camisa de seda tipo italiana y un jean Levi's) y salió a probar su nuevo Yo. Muy a su pesar, nadie se había dado cuenta del cambio aún. El Tipo sonreía, asentía, halagaba y condescendía; aún así, nadie le daba pelota. Todos lo seguían mirando con la misma expresión de incredulidad y desentendimiento. No hay vuelta señores, los cambios de ropa no se notan de un día para otro. El Tipo iba a tener que desempolvar mucha seda italiana y jean Levi's (por cierto, la combinación es precisamente espantosa) antes de percibir como las miradas cambiaban. Sobre todo, lo que mas le importaba al tipo era clavarse en medio de un par de ojos bien abiertos, un par de ojos celestes y bien abiertos, un par de ojos que solo se encuentran después de poner a dormir la siesta tanta palabra bonita y simplemente dejar caer una buena puteada --de esas que erizan la piel de las viejas chusmas de barrio--. Punto para El Tipo: le quedaba bien la puteada, solo que nunca supo usarla.