jueves, 19 de agosto de 2010

Palabras

 

Mi amor...Siempre las palabras fueron títeres de porcelana a la hora de interpretar los absurdos papeles que somos vos y yo. Dos enamorados del amor tratando de escapar todo el tiempo, por puertitas diminutas como un ratón, dos fénix renaciendo día tras día de las cenizas vertidas por los besos. Los verbos se muestran desnudos, aplacados por el frio del invierno, aquellos verbos que tanto ignoras pero siempre están presentes, aquellos que glorifico como a un dios griego. Sin embargo, no hemos necesitado mas que de palabras si quiera, para construir castillos de arena sobre el mar,para erigir un imperio de fantasías oblicuas sobre las tormentas del desierto feroz. Fueron las palabras aquellas que entrelazaron mis rizos color café con tu cielo de maravillas para volverlos un cuadro impresionista, fruto de la mano de pintor divino, tan delirante como certero.

Veo tu cuerpo, caminar por las circulares plazas, en ciudades que siempre duermen y tan solo despiertan para darte un beso de buenas noches. Te siento perdiéndote entre los malos aires para purificarlos con tu dulzor de pasajera de miles de trenes, que sin destino alguno, sobrevivirán a los embates del tiempo, parca escondida entre el mundo de los miedos. Y por sobre todas las cosas, te veo a ti, empapelando mi alma de imágenes violáceas, amalgamando mi torpe locura con las pestañas del ave que cubre tus ojos, deshaciéndome con tan solo un suspiro, arrinconándome para reclamarme todo lo que puedo darte.

Amor mío, tu nombre resuena en las paredes, mezclándose con los acordes que vomita un insensato piano y los versos que repulsan mis lagrimas de vidrio. Tu nombre se desliza por el tobogán de mi nariz para reposarse sobre mi pecho, ebrio de mares sin vientos, deseoso de vestir santos en la hora del entierro. Tu nombre grita el rumor de las hojas, crepitando en la hoguera de mi cuerpo, incendiándose para iluminar mi mirada crepuscular, olvidada por el olvido de miles de tuertos, deseando ser reyes de un mundo sin ciegos.

Estas son mis palabras, tan infantiles como precisas, tan románticas como surrealistas, tan pequeñas como mi cuerpo cuando se pierde entre tus brazos. Estas son mis palabras, las mismas que cubrieron tu alma entre el sol de febrero y los resabios de un banco sin fusilar. No queda mas que todo lo que nos queda, no queda mas que amarte y sentir que, por primera vez, toda palabra es menos que el misterio de tu mirar, toda palabra es menos que ahogarte en pétalos de alelí, toda palabra es menos que nuestra hermosa tragedia griega...

1 comentario:

  1. Naah, es terrible esto. Increíble.
    Perdón por mi ausencia en tu blog, es una ausencia generalizada en el mundo de la literatura, paradojicamente.
    Pero en fin, un placer leerte como siempre, y sinceramente me alegro que te abras más a la prosa :)

    Espero cruzarte un día por las diagonales platenses, o por humanidades, a ver si conozco por fin a la señorita destinataria de esta belleza de carta.

    Un beso grande.

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