domingo, 9 de noviembre de 2014

Docencia

''Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis''. El canturreo resonaba y se escuchaba en cada pasillo de la no tan ortodoxa facultad en la cual El Tipo tuvo la buena idea de asistir a estudiar. La voz desafinada, un poco lastimosa, retumbaba en las paredes (Repletas de pancartas -PO, MST, PJ, lo que se les ocurra) y desde ya, causaba malestar en los oidos ajenos. El Tipo no podia evitarlo, habia nacido para eso, habia nacido para entonar cada gramo de conocimiento que tenia puesto y andar desperdigandolo (Sin mucho criterio estetico o moral) por todos lados. Insisto, por todos lados. Es que de una vez por todas, habia encontrado su lugar en el mundo. El lugar donde podia moverse con libertad y sutileza. Ese lugar que no pudo (Ni podra) reemplazar el hogar, la familia, el escenario o la cama (Bueno, la cama si). Encontraba en esas cuatro paredes y en esas 50 o 60 miradas perdidas, atentas, distraidas o inconmovibles todo lo que las teclas del piano no sabian decirle. Vamos a decirlo de una buena vez, El Tipo amaba ser docente; amaba dejar algo en que pensar, algo que criticar, algo que decir o algo que olvidar. Pero parecia que su unica tarea en esta vida (Tan corta, obvia, repetitiva, cansadora pero a su vez hermosa) era plantar flores en campos inundados.

Ahora, tengan cuidado, y no vaya a ser tan gil de pensar que el tipo habia nacido asi. Que el tipo andaba en el jardin de infantes enseñandole a los nenes de que color era cada crayon. Que iba al almacenero del barrio y lo corregia cuando el tano, metro setenta, noventaytantos kilos hacia mal las cuentas. Que iba a los boliches y no bailaba, sino que bebia, porque sentia que los cuerpos en movimiento perdian el tiempo y lo mejor era esperar a que alguna morocha se le acerque a pedirle un cigarrillo y lo invite a enamorarse y pasar el resto de su vida juntos. No lector, como va a ser tan imbecil de caer en las mismas trampas que quien le escribe? (y usted disfruta o padece). Ahora, creo que es hora de confesarlo, El Tipo ademas de docente, era habil; muy habil y sabia mentir (No por nada esa nariz) Es hora que empiece a desconfiar de cada afirmacion hecha en estos parrafos (Sobre todo en este). La negacion era la camisa favorita del tipo, y la idealizacion su traje mas usado. Habia pasado toda una vida ignorando los carteles que le ponian en frente: ''Cuidado camino sinuoso'' y El Tipo aceleraba; ''Curva peligrosa'' y el tipo cerraba los ojos; ''Paso nivel a 100 mts'' y el tipo se quedaba esperando el golpazo.

Llego el momento de la confirmacion de sus sospechas. Si estaba esperando que este Tipo abandone su fachada de gigolo tercermundista y guacho piola; felicitaciones ese momento ha llegado. Esta mas que claro a esta altura, que el Tipo no nacio siendo un docente, pero si se convirtio en uno incluso antes de caminar. Era uno de sus tantos Talones de Aquiles (Que por cierto siempre fue un rustico, nunca tiro un taco). Ese afan estupido por abrir la boca en todo momento, esa compulsion terrorista de tener siempre balas en el cartucho lo habia llevado a ganarse enormes admiradores (Uno mas imbecil que el otro) y enormes enemigos (Uno mas imbecil que el otro). A pesar de todo esto, El Tipo era muy querido. Se lo queria a pesar de tanto insolente predicado suelto a la suerte. Y si usted lo piensa durante un segundo, es justo ese cariño. Imaginemos los terribles defectos que andan dando vueltas por las calles Platense. Imaginemos a los violentos, a los desubicados, a los vivillos, a los inmorales, a los sexopatas, a los desconfigurados. Todos ellos, quizas no eran tan amados como El Tipo. Pero aqui esta su secreto, aqui esta lo que lo hace un buen Tipo y no tan solo un hijo de puta. El Tipo, en su habilidad tan elegante, habia logrado conjugarlos a todos. Habia logrado no pasarse con el aceite para los fideos. El lograba implementar todo en su justa medida. Lograba que su violencia se disfrace de tranquilidad. Que su inmoralidad se camufle con el progresismo. Que su sexopatía se reduzca a un par de gritos en la cama. Ahora bien, esto se convirtio en un revolver que apunta a varios lados. Al lograr mantener todo a raya, El Tipo no sentia la necesidad de cambiar. No conseguia que sus visceras se revuelvan ante la mirada reprobatoria y eso, lo perpetuaba en su error. Lo momificaba en sus poses y lo dejaba listo para ser inmortalizado en una estatuilla sobre 6 y 66 (The number of the beast). Los Tipos no cambian porque si. Necesitan una buena razon, un buen proposito que los ennoblezca, y este Tipo no era la excepcion. Preferia ser un martir de si mismo, antes que un descuido del pasado.

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