Se dio vuelta y no tuvo que pensarlo mas de millones veces. Ella sabia que cada gota de rocio que salpicaba sobre mi desnudo cuerpo, eran como esas dagas que jamas duermen, que jamas perdonan. Sus ojos resplandecian, entre el silencio de la noche y las sonrisas ajenas. No habia en el aire mas que cien mil momentos, mas que cien mil eternidades. Todas tan cercanas, todas tan minusculas.
''Polaroid de mi dulce alma, cuanto tiempo mas dormiras?''
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